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miércoles, noviembre 26, 2014

La queja del ego


La queja del Ego

De las injusticias de la vida,
Les hago presente:
[La queja del ego]

Puedo tener a quien pretenda,
Aquí sentado con una simple mirada,
Puedo ver, ver como se rinde ante mí,
Como el deseo impera en su mirada,
Otra más será, para saciarme.

Los circunstancias, las acciones,
Que parecen ser premeditadas,
Encajan con el guión que no está escrito;
Pero mi ser reconoce el resultado
Y la satisfacción de haberlo logrado.

Hasta la mañana siguiente,
Despertar y un dejavú recorre mi mente,
Una sensación que atormenta,
Y te hace sentir que todo fue vano, efímero.

Donde la soledad domina mi  alma,
Y hace sufrir al no obtener,
Eso abstracto, que no puedo percibir,
Y con desesperación busco, no obteniendo repuesta.

La punzada en la llaga,
Me corroe con un resultado colateral,
Que no deja en paz,  siempre está presente,
La belleza es pasajera e intrascendente.



jueves, noviembre 06, 2014

Los Perros


Los Perros

Una noche me encontraba caminando por la Sierra lóbrega, en marcha buscando a mi viejo amigo Gaalh, empezaba a oscurecer cuando me adentré en el bosque, tenía el hábito de caminar hacia el pueblo por el sendero más desolado y sombrío, el menos transitado; debido a que me repugna encontrarme con los oriundos de la zona, nunca ha sido de mi agrado socializar mucho. Esa noche mientras caminaba me percaté de algo extraño en el bosque, no se escuchaba ruido alguno, un silencio lúgubre, solo podía escuchar mi respiración y las hojas y ramas pequeñas que pisaba paso a paso, detuve me por un instante pero  no tomé importancia continuando mi rumbo.

Llegue a la calle principal del pueblo, luego tomé la Av. Felipe Peña la cual conduce a la puerta trasera de la casa de mi aliado en desvaríos, generalmente ignoro a las personas no les tomo importancia; pero me encontré con esa chica linda que siempre coincidía en mi camino, esta vez atrajo mi atención  de sobremanera, su ropa estaba rasgada, sucia su seno izquierdo salía de su vestido, su cabello alborotado, su rostro pálido y de su brazo descendía una delgada línea color bermeja que finalizaba en la punta de su dedo medio escurriendo gota a gota hacia la calle que marcaba el rastro de su procedencia. Logré notar un leve cambio en la atmósfera se volvió más pesada y gris como si de repente una tarde tormentosa se aproximará en cuestión de segundos. Decidí continuar y seguir adelante ignorando la escena que había presenciado luego de ver a mi vecina. Una ansiedad y delirio de persecución comenzó a agobiarme, acelerando mas el paso cruce en el pasaje hacia mi destino cuando frenéticamente me detuve atónito ante una jauría de perros; gruñían alrededor del cadáver de un pequeño de unos siete años que se encontraba postrado sobre el pórtico de una casa, desmembrado de sus extremidades. Los perros furiosos se peleaban entre ellos, por las partes que podían arrancar del cuerpo inerte desgarrado mordida a mordida por el perro “alfa”, al parecer el líder de la manada, sin pensarlo mucho rápidamente regresé y volví a tomar otro camino.


No podía digerir lo que estaba sucediendo, esos perros no eran normales sus ojos se confundían con el rojo de la sangre que se encontraba embadurnada en sus hocicos, sus colmillos más pronunciados de lo normal y su comportamiento errático y feroz dejaba mucho  que decir respecto a la violencia con la que había sido atacado el niño. Caminé durante un par de minutos cuando vi a un hombre que corría a toda velocidad segundos después tres perros ladrando y alcanzándolo a toda velocidad, uno de ellos dio un salto de unos siete metros obteniendo su cuello a merced de sus mandíbulas hambrientas. Enajenado por la destreza inverosímil de los perros corrí lo más rápido que pude a buscar refugio. En la desesperación que me encontraba, llegue hasta un callejón sin salida, lo cual me preocupó ya que me sentía acorralado, podía escuchar el olfateo de los perros a mis cercanías.
Después de un rato deambulando logré encontrar el sendero correcto hacia mi hogar, cansado y algo paranoico solo deseaba llegar a descansar, y encontrar una respuesta racional a la situación; el farol que está en mi pórtico lograba iluminar cada vez más la calzada que pisaba, a unos cuantos metros estaba ya cuando un perro apareció entré la sombra de la lejanía, de sus largos colmillos escurría sangre, me miraba fijamente a los ojos como si supiera lo que estaba pensando, me detuve por unos segundos sin moverme ni un centímetro, me quedé petrificado sin nada que hacer, entonces el perro se alejó y desapareció entre la oscuridad de la noche. Un segundo después sentí en mi cuello un pequeño dolor, acto seguido mis brazos fueron sujetos y fui derribado por una jauría de perros.

Al día siguiente en las noticias,  según las cámaras de vigilancia, se reporto que la planta de tratamiento de desechos tóxicos irrumpió un perro, éste se expuso a radiación y a su vez había mutado y contagiado la mayoría de perros en la ciudad, contagiándolos mordida a mordida como se propaga un virus devastador. La imagen de un cadáver desmembrado tratando de sujetarse de las gradas de un pórtico, fue la primera plana del periódico sensacionalista de la ciudad, imagen que con mucha satisfacción decidió el jefe seria el éxtasis matinal.

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