Tomado
En un callejón
solitario ya entrada la noche la calle que parece balancearse, la luz se hace
tenue en aquellas lámparas que se mantienen perpetuas durante la noche, un
cigarrillo a medio acabar y todo desenfocándose lentamente a cada paso
alternándose, con la danza digna de un muerto viviente avanzando a paso lento e
impreciso. Los demonios comienzan a hacerse presente y se marca una nueva ruta
a seguir.
Una llamada
sin contestar, el teléfono queda sin colgar el bar cerrado está ya, con ayuda
para caminar logra avanzar, los demonios toman fuerza, ya no puede contenerse y
cede noqueado sucumbe al suelo. Como una marioneta es levantado un nuevo
cigarrillo que fumar, las energías se han agotado, ya los hilos han comenzado a
moverse ahora bailas al ritmo como en una coreografía bien elaborada al compás
de los demonios volviéndolos uno mismo contigo tanto que hasta sientes poder
volar, euforia de allá para acá, momento efímero que no volverá, agotado
tendido en el suelo cuando los demonios se hayan marchado como el humo de la brasa
que en el aire se ha desvanecido ya.