Los
consejos del viejo
No
hace mucho tiempo, un joven iracundo decidió abandonar su tierra, aventurarse y
expandir su mente conociendo el mundo, entonces
tomó las cosas más necesarias, empacó y comenzó su camino sin retrasarse más.
Mientras caminaba decidió su ruta y en las afuera del pueblo encontró a un
viejo sentado al borde de un sendero, éste llamó mucho la atención del viajero
ya que tenía un sombrero en el suelo como si aguardara por una limosna, pero el
anciano no parecía un mendigo, su ropa extravagante y muy limpia por cierto
dejaba implícito que no había razón para serlo; una curiosidad inquietante
provocó que se aproximase a él y dijo:
-¿Qué haces aquí
viejo?
- Aguardo por
cualquier entrometido que quiera preguntar
-¡Ha¡ No te enojes,
no fue mi intención ofenderte. No eres un limosnero; decidí viajar por el
mundo, y creo que estás aquí sentado con algún propósito como en mi caso.
-Realmente estoy
esperando a alguien que me llevará por el camino del que procedes, pero aparte
de eso soy un filósofo y doy consejos a la gente a cambio de un colón.
- Está bien dame un
consejo que me ayude en mi camino, toma aquí está.
- Déjalo dentro del
sombrero. Y escúchame bien porque no lo repetiré… “No camines por veredas”
-¿¡No camines por
veredas!? –sorprendido e intrigado se lo tomo a bien y pidió otro consejo -Dame
otro y así nos ayudamos.
- “No te metas en lo
que no te importa”
-Está bien entonces “no
caminar por veredas”, y “no te metas en lo que no te importa”; bueno solo tengo
dos colones más, dame un último consejo.
-“A tierra que
fueres, haz lo que vieres”
El joven se despidió
del viejo, optimista y pensativo respecto a aquellos presagios que se tomó muy
enserio, luego de caminar por un par de horas ya caía la tarde, cuando se
encontró con una señora y él preguntó:
-Disculpe Señora,
¿cuánto falta para llegar a Sesori?
-Dentro de un par de
horas estarás ahí.
-Gracias.
-Aunque si quieres
puedes acortar el camino en la siguiente intersección si coges el camino de la
derecha llegarás más rápido y te ahorraras una hora de camino por lo menos.
-Muchas gracias, lo
tomaré en cuenta. ¡Qué le vaya bien! -Se despidió.
Caminó por un rato,
llegó al punto que anteriormente había mencionado la aldeana, pero también
recordó el primer consejo de aquel viejo mítico; se hacía tarde y abatía la
noche, así que continuó su camino, mientras lo hacía su entorno se oscureció y
un frío que helaba sus huesos lo abrazó. La noche
llegó y muy tarde logró encontrar un pequeño establecimiento que aún estaba
abierto en Sesori, donde busco cenar y posiblemente pasar ahí la noche.
Entró al lugar y sorprendente mente había tres
mesas grandes como para una docena de personas cada una, en una de ellas se
encontraba una mujer encadenada al piso y a la mesa, estaba sucia andrajosa sin
zapatos solo con su vestido y nada más;
sobre la mesa se encontraba un enorme jarrón transparente con dinero dentro. Algo
incomodo pero sin tener opción decidió quedarse y se sentó en la mesa más
próxima. De la habitación contigua salió un Señor de edad madura, frente amplia,
ojos hundidos, muy pálido de tez y un particular bigote que parecía que lo
peinaba constantemente; lanzo una mirada fría y se acercó:
-¿En que le puedo
ayudar? -preguntó serio y cordialmente-
-busco algo de comer
–respondió aunque también deseaba un lugar cálido para dormir, no lo mencionó,
definitivamente luego de esa escena prefería dormir en el bosque a quedarse
ahí.
-Veré que tenemos.
-Lo que sea está
bien, pero por favor que sea algo caliente.
Sin mediar más
palabras se retiro el anfitrión a traer un plato con comida, mientras el joven
observaba a la mujer, siendo atacado por un sin fin de preguntas e innumerables
conclusiones que su mente podía concebir, ensimismado en un huracán de
pensamientos la veía, de repente una mano agitándose lo trajo de nuevo a la
realidad.
-Su comida joven –convocándola sobre la mesa y yéndose a la barra que
tenía en el pequeño bar, se quedó ahí, tanto la mujer como el tendero estaban
circunspectos al joven, la mujer Evitaba el contacto visual con el muchacho, pero
la curiosidad comenzaba a ser desesperante en el joven, cuando recordó el
segundo consejo y la imagen de aquel viejo en el camino se le presentó, por lo
tanto ignoró todo su alrededor y terminó su cena.
-Disculpe, ¿cuánto le
debo?-dijo el joven convencido que no se
quedaría ahí esa noche.
-¿Ya se va? , ¡Tan pronto!
es noche de seguro necesita un lugar en donde dormir…
-No se preocupe llevo
prisa.
-Está bien, son
cincuenta centavos.
-Acá están.-
Respondió el joven y se retiró saliendo del establecimiento a paso apresurado.
-¡Joven! –Grito el
tendero- venga, regrese.
-Dígame, ¿en qué le puedo ayudar?
-¡Acaso no piensa
preguntar! -Insistió sorprendido.
-Mmm ¿qué?- respondió
desconcertado.
-Mi mujer; digo, no piensa
preguntar ¿por qué está esa mujer encadenada?
-No.
-Vamos regrese, pase
adelante.-Alegre cambió ese rostro frío que tenía el tendero
-Disculpe, no
entiendo
-¡Pase quiero darle
la noticia a mi esposa! Oye María, éste joven te ha dado la dicha, ahora eres
libre.- Jovialmente fue dentro de su casa a traer las llaves con las que
liberaría a la mujer- Ahora eres libre. La esposa muy agradecida se dirige al
joven, le hace una reverencia y le da las gracias.
-Déjeme explicarle
joven –interrumpió el tendero- mi mujer estaba cumpliendo un castigo, impuesto
por mi desde luego, quiere saber los motivos… Ella es muy imprudente y además
le gusta entrometerse en situaciones que no le incumben, un día ella me
envolvió en un terrible problema que casi me cuesta la vida, y desde ese día
que gracias a Dios no resulto el peor saldo, la confine a pasar sus días
encadenada y todo aquel que visitara este negocio se daría cuenta de su actitud…
Pero le dejé una condición, ve ese jarrón que está sobre la mesa con dinero,
pues dispuse de echarle cierta cantidad de dinero por cada día que ella pase
encadenada y además si alguien viniese a acá y no preguntase del porqué del
castigo, ese día seria redimida…
Luego de que el
tendero explico al joven la situación hizo a un lado una cortina, detrás de
ella se encontraban varios jarrones llenos de dinero y dijo: –Joven éste es el
premio por liberarla, ahora todo este dinero es suyo. El joven aún no podía
creer lo que estaba sucediendo. Pero luego de aclaradas las cosas bebieron vino,
celebraron y decidió quedarse en aquel hostal.
A la mañana siguiente
el joven tomó sus cosas y dispuesto a retirarse se encontró con un desfile,
todos marchaban con sus mejores trajes,
nuevamente tuvo una regresión y recordó el tercer consejo del anciano, “A
tierra que fueres, haz lo que vieres” a lo que sin dudar tomo el dinero que
había obtenido la noche anterior y compró el traje más caro que encontró y se
unió a la marcha, que lo dirigió a la plaza central de Sesori donde el portavoz
anunció “A todos aquellos que desean obtener la mano de la princesa, les deseo la
mejor de las suertes ya que en estos momentos la princesa ha dispuesto buscar a
quién será el amor de su vida”. La princesa se ubicó en la plaza hizo un
recorrido, viendo a algunos con detenimiento y a otros con desdén, cuando llegó
a donde el joven regresó al estrado y le hizo pasar adelante y así lo escogió
como su alma gemela.
Y
así fue como llego hasta el palacio y para sorpresa el rey resultó ser el viejo
del camino quien sorprendido le dijo: -Has venido hasta acá ¿Eso es lo que
deseabas?
-Realmente buscaba la
dicha y la felicidad, aunque realmente ahora ya no sé lo que quiero
-¿Y consideras que la
has encontrado?
El joven se quedó
pensando detenidamente por un momento, luego decidió despedirse y continuar con
su camino dejando atrás a la princesa –Espera aun no he terminado –gritó el
rey- ayer por la tarde en la vereda tres asaltantes cometieron un nefasto
crimen, al parecer un joven viajero con un colón en su bolsillo y un costal de
sueños fue apuñalado…
EL joven no
comprendía el porqué la letanía del viejo, de repente un dolor insoportable lo abatió
sucumbiendo en el suelo, en posición fetal, sostenía su abdomen con fuerza
sofocado con una asfixia puso sus manos frente a su rostro empapadas de sangre.
Cerró los ojos y su vida recorría en retrospectiva hasta el punto en el que los
abrió nuevamente y vio a los asaltantes desaparecer en medio de la maleza del bosque…
4 comentarios:
¡Valiosos consejos para recordar! Quizás debió recordar que la felicidad está en el camino y no en la meta. "Para quien no sabe a dónde va, nunca soplan vientos favorables" dicen, aquí lo he visto, siguiendo cada paso del jocen que bajo la ilusión de poseer una buena fortuna, llegó a la desgracia.
Me gustó mucho la historia Morbid, hace rato quería pasar a saludarte y hoy pude darme el gusto! :)
¡Te dejo un saludo en esta noche de vientos helados!
Si Aquamarine la felicidad está en el camino, pero no hay que olvidar que un camino sin un fin, no tiene sentido.
¡Saludos un fuerte abrazo!
Interesante e inesperado desenlace. Como un reflejo de la vida, cuando pasas por un camino del destino y al final algo te hace retroceder en tus pensamientos y te das cuentas que nada es lo que es o al menos lo que parece.
Siempre muy interesantes tus relatos estimado Morbid. Adelante.
Abrazos.
Gracias Chogüi alegre que os haya gustado el relato.
Saludos, un fuerte abrazo.
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